El fin de la ética es una vida
plena y feliz, y ésta se puede lograr a través de juicios de valor orientados
éticamente.
La felicidad es un estado de
alegría, paz y satisfacción que proviene del bienestar espiritual, afectivo,
físico y mental, resultado de un equilibrio en todos los ámbitos de la vida.
Para Aristóteles, la felicidad
consiste en la doctrina del justo medio, es decir, cada persona posee un
conjunto de virtudes que deben hallarse en armonía; aprendemos de las virtudes
a través de la phronesis, es decir,
de la sabiduría práctica.
La felicidad es un proceso que
puede ser aprendido, esto es, la felicidad proviene de nuestras actitudes y
valores y de nuestra capacidad para disfrutar lo que tenemos, sin importar
nuestra condición económica y social.
La gran confusión de nuestro tiempo
consiste en creer que el dinero, el poder y el éxito son sinónimos de
felicidad; sin embargo, es común observar a personas inmensamente ricas con una
vida sin sentido y con múltiples problemas psicológicos y afectivos.
La felicidad es una forma de vida,
un proyecto compuesto por el amor, el trabajo y el aprendizaje. Consiste en
vivir para algo que valga la pena; en ocasiones, se le confunde con el placer,
que es un estado transitorio.
Estudiosos de la psicología
postulan que el ser humano está hecho para el bien, para la felicidad y ésta se
logra a través de un aprendizaje que se sustenta en cuatro factores:
- 1. Independencia
- 2. Amor
- 3. Aprendizaje
- 4. Sentido de vida
La felicidad centrada en los
valores acarrea beneficios a nivel personal, familiar y social.
Hoy en día, la necesidad de valores
éticos es más grande que nunca; se requiere para resolver problemas complejos,
como el no respeto a los derechos humanos, la corrupción, la manipulación
genética, las guerras y la iniquidad en la distribución de la riqueza, entre
otros.
El hombre no sólo vive, también es
consciente, y por eso requiere de la ética y los valores para su realización
plena como ser humano.
Los valores son los principios que
guían nuestros actos; los valores nos permiten pensar y actuar como seres
humanos.
Valores à Actitudes
à Conductas
Los valores influyen en las
actitudes de las personas, y éstas a su vez en la conducta y forma de vida. En
ocasiones surgen dilemas y problemas éticos, y el juicio moral sirve de brújula
ante sus situaciones.
Los valores poseen las siguientes
características:
- Intencionalidad. Los valores no existen por sí mismos, necesitan plasmarse en realidades concretas, transformar actitudes y conductas. Son una propiedad de la voluntad e intención de quien los practica.
- Polaridad. Tienen dos polos: positivo y negativo. Para cada valor existe un contravalor, lo cual implica dos límites; por ejemplo, bueno–malo, verdadero–falso, bello-feo. Los valores pueden ser positivos o negativos; éstos últimos son llamados contravalores o antivalores.
- Jerarquía. Se ordenan según su importancia. Hay valores superiores y valores inferiores. El orden jerárquico de los valores permite una motivación permanente a la acción creadora y a la elevación moral.
- Vivencialidad. Como su nombre lo indica, los valores se practican, se viven e influyen en las actitudes y en el comportamiento de las personas, y tienen que ir a la par con la vida personal; de lo contrario, serán inexistentes.
- Trascendencia. Su importancia es vital, otorgan un sentido a la vida de quienes los practican, son una propiedad del ser.
La decisión, la congruencia, el
pensamiento y la acción están íntimamente relacionados con el juicio moral y la
aplicación de los valores.
Para fines de estudio, existen
diversos criterios de clasificación de los valores; los más usuales son los
siguientes:
De acuerdo con sus características:
a)
Valores universales. Son de aplicación general y en
cualquier tiempo y lugar; existen independientemente de las circunstancias y
creencias de la persona. Conforme a la teoría clásica, los valores universales
son los siguientes:
·
Verdad. Se refiere a la conformidad de la inteligencia
o el conocimiento con el ser o la realidad. La verdad es universalmente válida,
pues lo que es verdadero de acuerdo con la razón, lo es en general.
·
Belleza. La filosofía clásica la considera como una
manifestación de la verdad; es la percepción sensible delo perfecto y de la
armonía.
·
Bien. Es la plenitud de un ser en términos de su
naturaleza lo bueno es lo que genera el bien. El bien es la acción que se
realiza conforme a la moral y que es aprobada con la conciencia moral.
En la filosofía
griega, los valores trascendentales son cuatro: la verdad o lo verdadero, la
bondad o lo bueno, la justicia o lo justo y la belleza o lo bello.
b)
Valores éticos. Se relacionan con la moral. Sirven
para vivir sin afectar a las demás personas; pueden ser:
·
Instrumentales. Son necesarios para conseguir fines,
responden a la pregunta: ¿qué se requiere para poder convivir en sociedad? Por
ejemplo, el respeto.
·
Trascendentales. Conceden sentido a la vida del ser
humano. De acuerdo con su ámbito de aplicación, se clasifican en los
siguientes:
-
Valores personales. Son a los que aspira el individuo
para sí mismo y responden a la pregunta: ¿qué es lo más importante en la vida?
-
Valores sociales. Constituyen aspiraciones o
propósitos que benefician a la sociedad. Por ejemplo, amor a la naturaleza,
protección.
-
Valores morales. Se dirigen a lograr el bien; sus
características son las siguientes:
Ø Absolutividad.
No dependen de ningún otro valor.
Ø Universalidad.
Son para todas las personas.
Ø Normatividad.
Se refieren a lo que debe ser.
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